Jugaban esta tarde Costa de Marfil y Camerún (dos de las mejores selecciones africanas) la fase de clasificación para la Copa de África que se celebrará en Enero del año que ya casi se asoma. Corría el minuto 90 de partido cuando el árbitro del encuentro añadió 3 minutos de prolongación, 3 minutos que de haber sabido el colegiado que iban a desarrollarse de semejante guisa jamás habría añadido. La selección de Camerún estaba encasillada cómodamente como primera de grupo, puesto que ninguno de los combinados rivales podía arrebatarle en esta última jornada. Sin embargo, Costa de Marfil debía de mantener el empate ya que la República Democrática del Congo podía arrebatarles su clasificación si "Los elefantes" caían ante Camerún, cosa que nunca llegaría a suceder ni por asomo en esos esperpénticos últimos minutos.
Los jugadores de Costa de Marfil (muchos de ellos profesionales de grandes equipos europeos) comenzaron a pasarse la pelota a modo de rondo, un rondo que parecían realizar a un fantasma que merodeaba cerca de la corona del área propia, un rondo en el que el modo de enviarse el esférico de unos a otros transmitía y reflejaba desgana, hartura y apatía. Los jugadores de Camerún ni siquiera se acercaron a visitar aquellos golpeos a la bola que casi hacían más daño al espectador que al balón, mareado ya de ir de un lado para otro sin sentido alguno. Simplemente paseaban lentamente por el césped deseando que esos últimos minutos que se les estaban haciendo eternos, concluyesen lo más rápido posible.
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